El peligro del Este

22 03 2012

Con la perspectiva de la Final Four en Estambul a poco más de un mes vista, han empezado los cruces al mejor de cinco de cuartos en la Euroliga post-cierre patronal NBA. Pocos rescoldos quedan ahora de aquel eco que amenazó con sacudir los cimientos del basket europeo, pero sí los suficientes como para confirmar los augurios de entonces: el peligro este año viene de Moscú. Pese a la salida de un hombre clave los últimos años como Smodis, los moscovitas, eternos integrantes del cuadro final de honor, han conformado este año una de sus mejores plantillas de siempre, y eso es mucho decir en una escuadra de su abolengo, capaz de resistir su comparación con cualquier equipo a ambos lados del Atlántico. A saber: Teodosic, o lo que es lo mismo, puede que el mejor base no NBA del momento; dos estrellas NBA como Nenad Krstic y AK-47, más el bloque «ruso» (Siskauskas, Vorontsevich, Shved, Kaun, Khryapa o Kurbanov) y el fichaje de un jugador curtido en mil batallas europeas como D. Lavrinovic hacen del CSKA un equipo al que pocos en el mundo podrán mirar muy por encima del hombro. Sin duda a  algo más que el efecto Miribilla deberán apelar el Bilbao para plantarle cara al CSKA.

Viendo a los ocho mejores de Europa, parece que el duelo Barça – Este de Europa (con permiso de Montepaschi) será el que marque el devenir de la competición. Ahora bien, si bien es cierto que el Barça debe estar entre los cuatro mejores, lo cierto es que hasta este momento de la temporada tampoco ha demostrado la autoridad que se le presuponía. En el primer partido de su serie sufrió mucho más de la cuenta en un partido que tenía controlado ante un Kazan con los únicos argumentos de Domercant y su gigantón pívot Jawai. ¿Realmente es mejor este FC Barcelona que el de pasados cursos?, ¿son Huertas o Wallace mejores opciones que Lakovic o Basile? Hasta ahora el Barça está viviendo de su defensa y del buen momento de un cada vez más ascendente Erazem Lorbek y un gran Boni Ndong, parece que Pete Mickeal está recuperando el nivel y luego está Navarro. Pero la dirección del juego y la aportación de algunos jugadores deberá crecer para poder aspirar a que Estambul una su nombre a Barcelona y París como ciudades donde el Barça ganó una Euroliga.

Siguiendo con la nómina de equipos del Este encontramos los nombres de los dos clubes atenienses y el del Maccabi. Sorprende en el caso heleno como la tremenda crisis del país no ha pasado apenas factura en la confección de los equipos. El PAO, vigente campeón, vive tiempos convulsos. Nada nuevo en el equipo de los hermanos Giannakopoulos. Los rumores de fin del ciclo Obradovic, uno de los matrimonios (PAO-Zeljko) más fructíferos de la historia reciente en Europa, sin embargo no han variado un ápice el talante competitivo del equipo griego por antonomasia (ritmo lento, presión increíble en la grada…), un equipo hecho de la misma pasta que este tipo de partidos. Bajo la dirección de Diamantidis (31 puntos de valoración en el primer partido de la serie),  Calathes y Jasikevicius y las referencias de Mike Batiste en la pintura y Sato en el exterior, los atenienses serán un rival más feroz cuanto más cerca del final se encuentren.

Juegan los del Oaka contra el Maccabi (1-0) en la reedición de la final del año pasado. Los israelíes han perdido este año al eterno Derrick Sharp (retirado), a Jeremy Pargo y a Chuck Eidson, pero vuelven a ser una de las escuadras más fuertes de Europa. Para compensar tan ilustres bajas los macabeos ficharon en verano nada menos que a Jordan Farmar (ex Los Angeles – New Jersey), a Theo Papaloukas, Devin Smith… en un equipo en el que viejos conocidos ACB (Burstein, Eliyahu, Hendrix) siguen compartiendo galones con el gigantón Schortsianitis.

Finalmente, y como posible rival del Barça en la posible semifinal de Estambul, juegan Montepaschi y Olympiacos (único partido con ventaja visitante al final del primer round). Nuevamente, un inopinado talonario griego, capaz de sufragar nóminas como las de Spanoulis, Keselj o el sabio Ivkovic en el banco. Enfrente, otro de los clásicos de estas rondas, el Montepaschi Siena, que arrasó en su grupo en la fase previa con varios «top» en sus filas (David Andersen, K.Lavrinovic…) y con la aportación, en juego y en estadísticas personales, de uno de los jugadores más desequilibrantes del momento, ya lo pudimos comprobar en la pasada Eurocopa de naciones, el «macedonio» Bo McCaleb.

Nos vemos en Estambul.





De ayer, de hoy, de siempre

9 05 2011

Buenas noches, queridos amigos, después de varias semanas sin escribir, ¡vuelvo al emocionante reto de sentarme delante del ordenador!, con la sana intención, eso sí, de no abusar de polémicas, interpretaciones, acusaciones, descalificaciones, dimes y diretes a cuentas de la histórica serie de clásicos reciente. Sin duda la profusión de análisis tácticos, de aproximaciones, de artículos leídos, me secó el cerebro como a Don Quijote las aventuras de Tirante, así que poco más he podido aportar al respecto.

De todo cuanto he leído, me quedo con la reflexiones de Sámano y Del Bosque (tampoco es noticia), que eran más o menos las siguientes: el Madrid jugó el último partido, dice Sámano, conforme correspondía a su heráldica, el mejor o peor repertorio es cuestión de ciclos, pero un equipo no puede perder su fachada. Finalmente no la perdió el Madrid, como tampoco lo hizo el Barça hace unos años, en aquella semifinal inversa a ésta en la que el equipo entonces dirigido por Charly Rexach se fue a lo loco en el partido de ida en el Camp Nou, permitiendo a McManaman retratar a una defensa suicida y sellar el pase del Madrid a la Final.  Por su parte, al entrenador salmantino, cuando le preguntaron en la radio por la presunta deriva de los enfrentamientos entre jugadores nacionales, respondía, con su proverbial templanza, «mire usted, los Madrid – Barça, no se han empezado a jugar ahora».

Son partidos de ayer, de hoy, de siempre. Trascenderán incluso, por imposible que pueda parecer, a Pep y a Mou, a Messi y a Cristiano, a Inda o Mascaró. Son dos equipos que ya eran grandes, grandísimos, y que de alguna forma en el pasado pudieron (no lo sé, ni estuve allí ni pretendo entender nada, ni creo que deba ser extrapolable al presente) concepciones diferentes de un país, así que de alguna forma u otra, y avivados por el fuego de la competitividad, periódicamente surgen conflictos. Figo, Mourinho u Ortíz de Mendíbil no son más que coartadas, muy bien utilizadas por cierto por medios a un lado y otro del puente aéreo.

De ayer, de hoy y de siempre, es también Zeljko Obradovic, ese técnico eterno que ayer se permitió igualar el solo el record de Copas de Europa de baloncesto que tiene el Real Madrid como club. Parece Obradovic un alquimista moderno que ha encontrado el elixir del éxito, aplicando en su Panathinaikos en el último lustro una peculiar filosofía, casi más vital que deportiva: descansar un año para ganar sin grandes complicaciones el siguiente. De la mano de Diamantidis, acaparador una vez más de cuantos premios individuales otorga la organización y con un juego por el que pocos trasnocharían por ver en la NBA (una NBA  que por una vez tiene al pequeño de los Gasol un escalón por encima del mayor), Obradovic volvió dar la enésima lección de planteamiento, de como imponer tu ritmo al rival (un Maccabi excesivamente dependiente de la mano de Pargo y excesivamente falto de la intensidad de Perkins), de como, en definitiva, ganar ocho Copas de Europa. Una Copa de Europa que al final le vino grande al Madrid, pero que debería hacerle ver que si, por una vez, confía en un bloque y en un proyecto a medio plazo, puede volver a ser grande en Europa. Enhorabuena a Nikola Mirotic por su elección como jugador sorpresa del torneo.

Podríamos hablar de más cosas, han sido muchas semanas, de la nueva amenaza que tiene Nadal en Novak Djokovic, del insólito finalista al que espera Dallas en el Oeste (Oklahoma o Memphis), de la final anticipada en el Este entre Boston y Miami, o del tímido despertar de Ferrari, pero permitirme que mi despedida, y la de este foro, sea hoy para acordarnos de dos deportistas que nos han dejado: uno, para transformarse en leyenda, el gran Seve Ballesteros, un pionero universal; el otro, presa del más grande de los infortunios, el belga  Wouter Weylandt, que ha muerto esta tarde en el Giro. Descansen en paz los dos.